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Nara – Dentro y fuera de los lugares comunes
“Japón, Fuera del Camino Común” son una serie de ensayos de viaje de Susan Spann, autora de las novelas de misterio Hiro Hattori. En su visita reciente a Nara, exploró Kasuga Taisha y Todaiji además de algunos lugares con hermosas flores de cerezo.
En abril, tuve la fortuna de regresar a Nara, una de mis ciudades favoritas, con una amiga de los Estados Unidos que no había visitado Japón antes. Quería asegurarme que viera la mayoría de los lugares importantes, pero que también experimentara Nara de una forma personal que transmitiera la historia y cultura únicas de la ciudad.
Durante el siglo VIII, Nara era la capital de Japón, y también el lugar donde muchos de los elementos importantes de la cultura tradicional japonesa comenzaron. Hoy, la ciudad de Nara permanece como un centro de historia y tradición, y también es el hogar de algunos de los venados más famosos del mundo.
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Una brumosa mañana en el Santuario Kasuga Taisha
Elegimos quedarnos en un hotel cerca de la estación Nara para evitar las hordas de turistas en nuestro primer destino: el Santuario Kasuga Taisha.
Fundado hace más de 1,250 años para consagrar y adorar a las cuatro deidades protectoras (llamadas kami en japonés) que cuidaban Nara, Kasuga Taisha es todavía un importante y activo sitio de la adoración Shinto. También es un destino turístico popular para visitantes de todo el mundo, por lo que una visita “fuera de lo común” requiere llegar muy temprano en la mañana.
A las 7:40 a.m., mi amiga y yo llegamos a Ichi no Torii (la Primera Puerta), la enorme puerta de madera Shinto que marca la entrada oficial a los precintos del Santuario Kasuga. Ichi no Torii en Kasuga Taisha fue una de las primeras en Japón en pintarse de bermellón – el brillante matiz naranja rojizo que muchas personas asocian hoy en día con estas puertas sagradas Shinto.
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Al pasar debajo del torii, entrando a las tierras sagradas, una tenue neblina creó una bruma en el aire fresco que le dio al santuario un sentir místico y atemporal.
El camino de tierra que lleva al santuario se expandía ante nosotros, amplio y vacío, y los famosos venados del Parque Nara en grupos detrás de los árboles.
Por años, los venados se consideraron sagrados, y no les temen a los humanos. Los carritos y vendedores por el Parque Nara venden shika senbei (galletas para venados) para que los visitantes puedan alimentar a los venados, pero llegamos tan temprano que los carritos no estaban abiertos. Acariciamos a los venados detrás de las orejas en su lugar.
Cientos de toro (linternas) de piedra tallada se erguían a los lados del amplio y arbolado camino al jardín principal del santuario. La mayoría de estas linternas tienen varias centurias de edad, y todos fueron donados al santuario por creyentes, incluyendo samuráis famosos. Es fácil imaginar el camino al santuario iluminado por el brillo de las linternas, en una tarde brumosa, centurias atrás.
Nuestra elección de ir temprano en la mañana significó que teníamos el santuario casi para nosotras, lo cual fortaleció nuestro sentido de reverencia y nuestra habilidad para apreciar la larga y compleja historia de este santuario sagrado.
También nos dio tiempo extra para disfrutar la enorme entrada de dos pisos, el cedro sagrado en el patio y las muchas linternas colgadas en los claustros antes de que llegara la multitud
Las flores de cerezo y el monte Wakakusa
En la cafetería adyacente al Santurio Kasuga, mi amiga y yo compramos helados de sakura de temporada (flores de cerezo). Mientras comíamos, caminamos debajo de los árboles del Parque Nara hacia el inicio del sendero del Wakakusayama (monte Wakakusa), una montaña sagrada cerca del santuario.
Pagamos la tarifa de entrada, 300 yenes (cerca de 3 dólares) , y comenzamos a subir la montaña. El cielo nublado mantenía la temperatura fresca mientras realizábamos la subida de 30 minutos por las escaleras de madera y las pendientes pastosas hacia la cima.
Desde la cima de grava, miramos sobre la ciudad de Nara y los árboles florecientes de cerezo que se alineaban en las pendientes más bajas de la montaña.
Una manada de venados se detuvo a comer y descansar en el pequeño parque cubierto de hierba. Cerca, una gran multitud se pavoneaba a través de la cima de la montaña como un emperador que contemplaba su dominio.
Sentí las primeras gotas de lluvia mientras bajábamos, por lo que me hizo feliz que nuestro siguiente destino, el Daibutsuden (Sala del Gran Buda) en el Templo Todaiji, tuviera techo.
Visitando al Gran Buda en Todaiji
Más gotas de lluvia llenaron la tierra mientras mi amiga y yo atravesamos la extensión llena de hierba del Parque Nara y pasamos por el montón de venados que vagaban por el camino empedrado hacia Todaiji, un templo budista fundado a inicios del siglo VIII. El templo, que es un Sitio Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, es hogar de Daibutsu, uno de los Budas de bronce más grandes en Japón.
Pasamos por la monumental puerta de madera Nandaimon (Gran Puerta Sur), que se eleva a más de 25 metros y alberga la mayor cantidad de guardianes de madera en Japón. Salimos del otro lado, necesitamos sombrillas para la caminata final hacia la Sala de Buda.
La Sala del Gran Buda de Todaiji es la estructura de madera más grande del mundo. Mide 57 metros de ancho por 50 de alto, e incluso a este tamaño, es 40% más pequeña que la Gran Sala de Buda original, destruida en un incendio en 1180, reconstruida e incendiada de nuevo en 1567.
Admiramos la sala (la cual aún considero impresionante después de una docena de visitas) y fuimos adentro para ver la enorme estatua de bronce de Vairocana, el Buda de la Luz Celestial. El Daibutsu mide 15 metros de alto y data de mediados del siglo VIII. Además de caminar alrededor del gran Buda, disfrutamos otras exhibiciones adentro de la sala, que incluían modelos a escala de versiones más tempranas y grandes de la Sala de Buda.
Aunque tuvimos que apresurarnos a la estación para tomar el tren de la tarde, mi amiga y yo disfrutramos realmente nuestro día en Nara, dentro y fuera del camino común.
Texto y fotos por Susan Spann
Susan Spann es la autora de las novelas de misterio Hiro Hattori. Vive en Tokio, pero frecuentemente viaja por Japón, subiendo montañas y buscando aventuras poco comunes. Puedes encontrarla en línea en www.susanspann.com.
Susan Spann is the author of the Hiro Hattori mystery novels. She lives in Tokyo, but frequently travels across Japan, climbing mountains and seeking adventures off the beaten path. You can find her online at www.susanspann.com.